Bellas Artes Cine
Julio / Agosto
DONDE TODO SE ENCUENTRA: CLÁSICOS DE LOS 80 Y EL DISNEY DE LOS 90
Hay dos momentos esenciales en el cine de gran espectáculo de las últimas décadas: el auge de la acción pura en los años 80 y el renacimiento de la animación de Disney entre 1989 y 1993. El relanzamiento de Disney+ provee de una buena excusa para revisar esos quince años que redefinieron el mejor cine popular y llenaron de ideas la pantalla grande. Nuestro doble ciclo ‒que incluye tres clásicos de acción de grandes autores, los cuatro filmes clave en el resurgimiento de la animación, y la película que constituye un lazo entre ambos momentos‒ permite revisar, como corresponde: en pantalla grande, una época central en la historia del cine. Una que quizás no veamos tan lejana: la razón es que todas estas películas se volvieron íconos y permanecen vivas sin que los saltos tecnológicos las hieran. No faltan las obras maestras, no faltan ni el humor, ni la acción a raudales, ni el suspenso, ni la música. Esos elementos que se combinaron de un modo nuevo, a veces sorprendente, en esos quince años que lo redefinieron todo. Hay sirenitas y secuestradores, leones y serpientes, monstruos espaciales y bestias tristes, conejos conflictuados y genios desaforados. Sobre todo, hay amor por el cine y eso inasible que crea los mitos: magia.
Leonardo D’ Espósito
Curador
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Programación
Reservas
Las entradas son gratuitas y se adquieren solo de modo online, a través de su reserva previa una semana antes de cada función.
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Ingreso
Para ingresar a la función, presentá en la puerta del Auditorio el mail de confirmación de reserva.
La funciones comienzan puntuales; sugerimos llegar unos minutos antes de inicio. Una vez iniciada la película, no se permitirá el ingreso al Auditorio.
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Auditorio Amigos del Bellas Artes
Av. Pte. Figueroa Alcorta 2270
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Consideraciones
Está prohibido el consumo de alimentos y bebidas dentro de la sala.
En caso de reprogramación, quienes hayan reservado sus entradas serán contactados por correo electrónico.
Fecha | Hora | Título |
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Viernes 26 de julio | 18:00 | Conan el Bárbaro
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Sábado 27 de julio | 18:00 | El Rey León
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Viernes 2 de agosto | 18:00 | Aliens, el regreso
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Sábado 3 de agosto | 18:00 | La sirenita + INFO / RESERVAR |
Viernes 9 de agosto | 18:00 | Duro de matar + INFO / RESERVAR |
Sábado 10 de agosto | 18:00 | La Bella y la Bestia + INFO / RESERVAR |
Viernes 16 de agosto | 18:00 | ¿Quién engañó a Roger Rabbit? + INFO / RESERVAR |
Sábado 17 de agosto | 18:00 | Aladdin
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Viernes 23 de agosto | 18:00 | ¿Quién engañó a Roger Rabbit?
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Sábado 24 de agosto | 18:00 | La Bella y la Bestia
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Viernes 30 de agosto | 18:00 | Duro de matar + INFO / RESERVAR |
Sábado 31 de agosto | 18:00 | La sirenita + INFO / RESERVAR |
Después de una década de desencanto, que hizo que Hollywood generase algunos de sus filmes más exitosos y al mismo tiempo pesimistas (de “El padrino” y “Taxi Driver”, a “El exorcista” y “Apocalypse Now”), y tras el éxito del primer “cuento de hadas” de la era espacial (“Star Wars”, en 1977), el cine popular entró en una fase de reacomodamiento. Los años 80 tuvieron un reflujo conservador y marcaron, al cerrarse, el final de la Guerra Fría. Los cineastas que comenzaron su andar en esos años, o que llegaron entonces a la madurez, optaron por reciclar y combinar elementos de los géneros, por ejercer la ironía y por lo gigante, lo desaforado y lo grotesco. Esto creó tanto un cine donde se reproducían copias como otro donde, a través de la fantasía gigante, se ponía en tela de juicio cualquier lugar común de la realidad. El héroe de acción se volvió una especie de titán infalible; los géneros cinematográficos, diferentes colores que podían convivir en una sola película; y el peligro de la fantasía y el horror podía enfrentarse con las armas en la mano. Fue el tiempo en el que autores como James Cameron, John McTiernan o Robert Zemeckis hallaron las herramientas necesarias para dar vuelta los lugares comunes dentro del propio sistema de Hollywood. Esta selección presenta cuatro casos notables de ese cine que no sólo no perdió nada de su fuerza original, sino que, por el contrario, con el tiempo fue hallando cada vez más el lugar de clásicos que se merece.
Tras la muerte de Walt Disney en 1966, solo se estrenó un filme “de la vieja guardia”, el último que fue completamente revisado por ‒llamémoslo como corresponde‒ el autor: “El libro de la selva”, en 1968. La firma no dejó nunca de producir dibujos animados y tuvo algunos éxitos (“Bernardo y Bianca”, “El zorro y el sabueso”), pero en los años 80, el cine familiar derivó en otro tipo de fantasía alimentada por los efectos especiales, cuyo hito-bisagra fue “Star Wars”. Así, la animación pasó una década de búsquedas, y lo mismo sucedió con Disney. Son los años de películas como “El abismo negro”, “Tron” o “El verdugo de dragones”, o de animaciones como “El caldero mágico”, “Oliver y compañía” o “Detectives y ratones”. Películas con valores, pero que aún no habían encontrado la forma definitiva de conectar con el público.
En 1986, una película que adaptaba una sátira del off-Broadway, “La tiendita del horror”, marcó un camino. Musical escrito por Howard Ashman y Alan Menken, fue el motivo por el cual ambos se mudaron de Nueva York a Los Ángeles. Pasaron otras cosas: el éxito de Roger Rabbit creó un nuevo interés por la animación en los adultos, y Los Simpson demostraban que el dibujo animado podía ser mucho más que un relleno para tardes infantiles en la televisión. El campo era propicio: Ashman y Menken compusieron la partitura del primer cuento de hadas de Disney desde “La bella durmiente”: “La sirenita”, que fue un enorme éxito en 1989 y a la que siguieron la joya absoluta de “La Bella y la Bestia” ‒primer largo animado nominado al Oscar a mejor película‒, la comedia de aventuras “Aladdin” y el primer largo de dibujos que rompió la taquilla global: “El Rey León”. De allí en más, el tradicional dibujo animado quedó restaurado y dejó de ser considerado “algo solo para niños”, para convertirse en una de las grandes posibilidades expresivas del cine.
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Reseñas
Conan el Bárbaro
EE. UU., 1982
Duración: 129’
Dirección: John Milius
Idioma: inglés, subtitulada en español
Después de ser uno de los guionistas más originales e iconoclastas de Hollywood (su trabajo es notable en clásicos como “Tiburón” y “Apocalypse Now”), y de realizar dos obras mayores en los años 70 (“El viento y el león” y “Dillinger”), John Milius se ocupó de adaptar a la gran pantalla el personaje de “espada y brujería” (tal como se denominaba el género de fantasía para adultos entonces) Conan el Bárbaro, creado en los años 30 por Robert E. Howard. Pero Milius no optó por las formas estilizadas de la precedente adaptación de Marvel Comics, sino por una aproximación más cercana al héroe primitivo, macizo y poco poético de los libros. El resultado es una saga épica donde el paisaje refleja los estados de ánimo de los personajes, y un uso de la violencia y la fantasía más ‒paradójicamente‒ realista, alejada del “apto para todo público”. Milius logró, de paso, crear a la figura definitiva de Arnold Schwarzenegger en el que sería el rol que lo convertiría en una de las mayores estrellas del cine de acción hipertrófico de esos años.
Aliens, el regreso
EE. UU., 1986
Duración: 138’
Dirección: James Cameron
Idioma: inglés, subtitulada en español
“Alien”, el filme de horror espacial de Ridley Scott, se había convertido rápidamente en una obra de culto y transformado a Sigourney Weaver en una estrella. Era ‒como lo explicó alguna vez el crítico argentino Aníbal Vinelli‒ lanzar al espacio el viejo cuento de un monstruo en una casa aislada. Pero también era la metáfora de la violencia contra una mujer. James Cameron había realizado para entonces dos películas: la poco apreciada pero fundamental “Piranha II” (bajo la producción de Roger Corman, su mentor) y el éxito absoluto de 1984 “Terminator” ‒otra película que cimentó la fama de Arnold Schwarzenegger, con quien el realizador haría más tarde “Terminator 2” y “Mentiras verdaderas”. “Aliens” es distinta del original de Scott: Cameron tomó mucho de lo que había quedado afuera en su guión de “Rambo II” y lo incorporó en este filme sobre una Ripley maltratada al regresar demasiado tarde a la Tierra y un grupo de marines que va a combatir “bichos”, sin saber que aquel asteroide perdido será un nuevo Vietnam ‒tema clave para el director‒, donde la tecnología deja de ser una aliada para volverse un peligro. Más que una película de terror cósmico, es una película bélica que incluye, además, una poderosa metáfora sobre la maternidad, que le valió a Weaver una de sus nominaciones al Oscar que Hollywood todavía le debe.
Duro de matar
EE. UU., 1988
Duración: 132’
Dirección: John McTiernan
Idioma: inglés, subtitulada en español
Para gran parte de la crítica contemporánea, “Duro de matar” es la película de acción definitiva y una obra maestra mayor del cine. Es cierto que ese estatuto no apareció de inmediato, sino con el paso del tiempo, a medida que mostraba sus múltiples lecturas, tanto simbólicas como políticas. John McTiernan había entonces realizado dos películas: “Nómades”, una fábula sobre vampiros protagonizada por Pierce Brosnan, y la gran “Depredador”, con ‒otra vez‒ Schwarzenegger como un mercenario que va a Centroamérica a desbaratar a unos “rebeldes” y se encuentra en la selva con un monstruo cazador extraterrestre. “Duro…” es, en la superficie, la historia de un policía que, por pura mala suerte, queda vagando con un revólver y descalzo en una torre tomada por ladrones disfrazados de terroristas. Pero es también la historia de un matrimonio, un cuento sobre las diferencias de clases, una versión perversa del mito de la Torre de Babel, y el enfrentamiento entre el Bien ‒encarnado en un policía malhumorado y malhablado‒ y el Mal, personificado por un tipo elegante, sofisticado y sin ninguna traba moral para asesinar con un tiro en la cabeza. El policía es Bruce Willis, que hasta entonces era un exitoso comediante, y el ladrón, Alan Rickman, que debutaba en el cine tras una brillante trayectoria como actor del teatro británico. Las herramientas del gran espectáculo aquí se convierten en prisma para narrar una parábola humana perfecta del modo más vertiginoso posible.
¿Quién engañó a Roger Rabbit?
EE. UU., 1988
Duración: 104’
Dirección: Robert Zemeckis
Idioma: inglés, subtitulada en español
Parecía imposible que en una película pudieran juntarse los grandes personajes de los dibujos animados clásicos. Pero cuando detrás de esa producción está Steven Spielberg ‒el gran productor de fantasías de la década del 80, promotor de la carrera de autores como el propio Zemeckis, Joe Dante, John Landis, Barry Levinson o Richard Donner, entre muchos otros‒, las cosas toman otro cariz. Aquí el reciclaje y la mezcla de géneros propios del Hollywood de esa década estallan de tal modo que la película continúa siendo inclasificable. Por un lado, es un homenaje al mejor dibujo animado, de Mickey a Bugs Bunny (gracias al trabajo, premiado con un Oscar especial, del gigantesco renovador del género Richard Williams); por otro, un ejemplo del cine negro, donde no faltan el falso acusado, la trama de corrupción, el villano psicópata, la mujer fatal ‒la gran Jessica Rabbit con voz de Kathleen Turner‒ ni la mafia. Y todo eso envuelto en una defensa absoluta de la comedia y la risa como armas contra la impostura y la maldad. Y, además, el trabajo de Bob Hoskins, que tiene que actuar literalmente “con nadie” (los personajes animados se incorporaron a mano después) y logra darle peso real a todo el cuento.
El Rey León
EE. UU., 1994
Duración: 88′
Dirección: Roger Allers, Rob Minkoff
Idioma: doblada en español
Contra el lugar común, no son muchas las películas de Disney sobre la vida animal. Apenas “Bambi” está interpretada completamente por animales. Hay algo más, que quizás siempre ha pasado inadvertido, pero que es la base para la credibilidad de los personajes zoológicos de Disney: no hablan con los seres humanos salvo que sean personas hechizadas (“La espada en la piedra”, “La princesa y el sapo”), sino que se comunican entre ellos. Ese realismo “irreal” es la base para que El Rey León se haya convertido en un clásico. Es cierto que hay ecos shakesperianos en la trama (después de todo, hay un regicidio cometido por el hermano del soberano, por ejemplo; y Timón y Pumba bien pueden ser los Rosencranz y Guildestern de Simba-Hamlet) y que rebosa de referencias concretas (el desfile de las hienas, inspirado en la imaginería nazi). Pero lo que le otorga el estatuto de clásico es la combinación perfecta de hiperrealismo y caricatura (la impactante secuencia de inicio recuerda la perfección técnica y documental del inicio de “Bambi”), más la banda de sonido creada por Tim Rice y Elton John. Rebosante de imágenes suntuosas y exuberantes, llena de voces célebres y perfectas (James Earl Jones, Whoopie Goldberg, Jeremy Irons, Matthew Broderick), fue el mayor éxito de una película animada en la historia y aún hoy permanece como uno de los filmes más vistos y revistos producidos por Hollywood.
La sirenita
EE. UU., 1989
Duración: 83′
Dirección: John Musker, Ron Clements
Idioma: doblada en español
Después de una década en la que la animación tradicional había perdido parte del favor del público, el éxito de “¿Quién engañó a Roger Rabbit?” permitió un renacimiento del género. Disney contrató a Alan Menken y Howard Ashman, que habían triunfado con el musical off Broadway ‒y la película subsiguiente‒ “La tiendita del horror” y, con ellos, preparó un regreso al cuento de hadas en clave de comedia romántica y musical. El resultado fue “La sirenita”, que se convirtió rápidamente en un éxito global e implicó, el mismo año en que Los Simpson irrumpían en la TV internacional y redoraban el encanto del dibujo animado para el humor satírico, una revolución. Gracias a la animación fluida y la combinación de sátira contemporánea, ternura y tradición, la película rompió el lugar común de “animación es para niños” y, al mismo tiempo, construyó un vector para que el gran musical volviera a la pantalla de los cines.
La Bella y la Bestia
EE. UU., 1991
Duración: 87′
Dirección: Gary Trousdale, Kirk Wise
Idioma: doblada en español
“La Bella y la Bestia” es una de las grandes obras maestras del cine contemporáneo. Llena de referencias (la secuencia inicial del paseo de Bella por el pueblo francés, con ecos de la animación humorística de esos años, recuerda a la de Ichabod en otro clásico animado de Disney, “El jinete sin cabeza”, por ejemplo), es también una película que cambia el eje respecto de los personajes. Un cuento sobre qué es la belleza, cuál es el valor de la cultura, y cómo se construye realmente una relación entre un hombre y una mujer. Pero, sobre todo, es un gran musical y una de las mejores comedias románticas jamás hechas, que nunca cae en lo edulcorado y sincronizó perfecto con el público (de entonces y, por suerte, también de ahora). Entre muchos otros aciertos, la combinación de animación tradicional con hallazgos digitales (en dos secuencias clave que se ubican en lo mejor del género: “Be our guest” y “Beauty and the Beast”) abrió un camino para el uso de las nuevas tecnologías en un marco clásico. Primera película animada en ser nominada al Oscar a Mejor Filme, “La Bella…” conserva completamente su encanto.
Aladdin
EE. UU., 1992
Duración: 90′
Dirección: John Musker, Ron Clements
Idioma: doblada en español
Nuevamente, Ashman y Menken logran utilizar el musical y la imaginación desbordante para crear dentro de un género, en este caso el cine de aventuras, que gana en plasticidad gracias al poder de la animación. Pero hay otro elemento en esta comedia vertiginosa que le otorga un poder enorme: la complementación entre el arte de los dibujantes, y la potencia para improvisar y crear de Robin Williams, el comediante que da voz en el original al Genio. Cada una de sus apariciones parece un concierto entre la velocidad para jugar con las palabras del guión y la inventiva de los dibujantes no por “ilustrar” el humor, sino por complementarlo, darle una potencia mayor. El resultado es impactante y no ha perdido una pizca de su fuerza cómica. Más allá de ser, por cierto, una parábola sobre el poder y su ejercicio, sobre las responsabilidades y los deseos, un cuento sobre qué significa la fidelidad a sí mismo y la libertad.