Carmelo Arden Quin, en la trama del arte constructivo
Un diálogo ficcional entre Mariano Gilmore y Carmelo Arden Quin, en donde nos adentramos en la mente creadora del gran maestro concreto para conocer sus primeros pasos como artista, su formación y cómo llegó a sentar las bases del movimiento Madí junto a otros grandes artistas
Obras destacadas de la exposición
Carmelo Arden Quin (Uruguay, Rivera, 1913-Francia, Savigny-sur-Orge, 2010)
Cubismería, 1947
Óleo y tinta sobre cartón
79,5 x 66 cm
Simões de Assis, San Pablo, Brasil
Irrumpiendo en la sala y superando los límites de su material, un marco rítmico y quebrado nos invita a ser testigos de una danza geométrica en donde una serie de coloridas y vibrantes formas bailan, sin dirección o rumbo en el espacio en el que se encuentran.
Los elementos puestos en juego nos introducen a los movimientos Madí y Arte Concreto e Invención de mediados del siglo XX y en los cuales Carmelo Arden Quin fue protagonista. Ambos movimientos promovían la relación con el diseño, la máquina y la idea de invención, desarrollando así una estética que dialoga con los descubrimientos científicos y técnicos de su tiempo, en el caso de esta obra Sin título, con el televisor de tubo que, en el momento que se creó la pintura del artista, revolucionaba con la aparición del color en la imagen que, al igual que la obra, se generaba línea a línea, liberando así nuestros sentidos y buscando la organización armónica que Arden Quin expresaba.
PARA VER CON ATENCIÓN
— Las formas irregulares del marco.
— El diálogo generado entre el color y lo plano de las líneas.
— La profundidad generada por los espacios negros.
— El juego y las ilusiones ópticas generadas entre el marco y lo representado dentro.
¿SABÍAS QUÉ?
El Movimiento Madí formó parte, junto a la Asociación Arte Concreto-Invención de los orígenes de la abstracción rioplatense a partir de los años cuarenta del siglo XX. Ambos movimientos promovían la eliminación de cualquier referencia con la realidad y todas semejanzas con las formas naturales, permitiendo así liberar los sentidos del espectador y enfrentarlo de forma directa con los mecanismos del lenguaje visua
Carmelo Arden Quin (Uruguay, Rivera, 1913-Francia, Savigny-sur-Orge, 2010)
Couronnes V (Coronas V), 1948
Óleo sobre cartón
54,5 x 33 cm
Legado Carmelo Arden Quin
Invención antes que representación: con estas ideas Carmelo Arden Quin nos invita a jugar y ver de otra forma una obra de arte.
El estrecho contacto con su mentor, el artista Joaquín Torre García y la influencia que éste había recibido de Piet Mondrian y Michel Seufor acerca del estudio de la proporción áurea, el color, la idea del espíritu colectivo, las discusiones sobre perspectivas estéticas y la difusión de manifiestos o publicaciones de revistas, le permitirían explorar y formar parte del grupo que, durante los años 40, impulsaría la creación de la revista Arturo que llevaría a la creación de los grupos Madí y Arte Concreto Invención.
Este último permitió una nueva manera de exhibir, al enfrentar directamente al espectador con los mecanismos del lenguaje visual, abandonando las ficciones oníricas propuestas por el Surrealismo o las emociones del Expresionismo, priorizando la autorreflexión y logrando productos concretos dentro de las reglas de su propio sistema.
Esta oda lírica sin titular llega a nuestros ojos como una mediadora entre los cruces de Piet Mondrian y Theo van Doesburgh acerca de la presencia o no de las líneas diagonales en composiciones abstractas. Mientras que el primero rechaza rotundamente la línea diagonal, el segundo la promueve y la prioriza como un elemento expresivo y armonioso que permitía el dinamismo y el movimiento. Dichas discusiones llegaron a tal punto que ambos representantes del movimiento Stijl se separaron, siguiendo caminos diferentes pero dejando su influencia, años después, en el Río de la Plata.
PARA VER CON ATENCIÓN
— La fusión entre la composición y el marco: no hay límites o indicios de cuándo termina uno y empieza el otro. Una única composición en armonía.
— El juego entre los colores utilizados.
— La prioridad de lo geométrico y lo planimétrico: el material tal cual es, sin ficción y sin condicionar al ojo del espectador.
¿SABÍAS QUÉ?
Se cree que el nombre del movimiento Madí, del cual es fundador, se basa en su nombre: Carmelo Arden Quin.
+ Para continuar explorando
Obras de Carmelo Arden Quin donadas por Amigos al Museo Nacional de Bellas Artes, presentes en la exposición
Incluye comentario sobre las obras por María Paula Zacharías.
Carmelo Arden Quin
(Uruguay, Rivera, 1913-Francia, Savigny-sur-Orge, 2010)
Sin título, 1980
Óleo sobre madera laqueada, 60 x 29 cm.
Inv. 12178
Obra donada por la Asociación en 2016 a través del Programa de Adquisición de Obras, adquirida en la Galería Palatina en arteBA
Carmelo Heriberto Alves Oyarzun nació el 16 de marzo de 1913 en Rivera, Uruguay, en una calle fronteriza entre Uruguay y Brasil. Cursó la escuela primaria y la secundaria en la vereda brasileña. En 1935, ya instalado en Montevideo, conoció a Joaquín Torres García y, por un año, se enroló en sus filas deslumbrado. Abrazó por siempre la abstracción. En 1936 realizó sus primeras pinturas no ortogonales. En 1937, instalado en Buenos Aires, trabajó en el frigorífico La Negra, fue militante gremial y político, siempre activo en la lucha antifascista, y tomó cursos universitarios de filosofía y letras. Compartía el taller con el artista chileno Miguel Martínez, y por su intermedio conoció a Gyula Kosice y luego a Tomás Maldonado, Edgar Bayley, Rhod Rothfuss y Lidy Prati. Integró con ellos el grupo editor de la revista Arturo, y en su único número, aparecido en 1944, se publicó su histórico manifiesto: “Ni expresión (primitivismo); ni representación (realismo); ni simbolismo (decadencia). INVENCIÓN. De cualquier cosa; de cualquier acción; forma; mito; por mero juego; por mero sentido de creación: eternidad”.
En 1946, divergencias estéticas provocaron que el grupo se dividiera y así nace el Grupo Madí, con Gyula Kosice, Martín Blaszko, Arden Quin y otros. Hicieron cuatro exposiciones históricas. Arden Quin desdeñó el ángulo recto: su concepto de la poligonalidad es revolucionario.
En 1948 viajó a París, donde realizó numerosas exposiciones, publicó libros de poesía y editó revistas. Fundó entonces el movimiento internacional Madí.
Alto, corpulento, con el pelo ya blanco y la sonrisa cálida, lo encontró la muerte en 2010 en su residencia de Savigny-sur-Orge. Ya había logrado su cometido: con su labor, liberó al arte del marco que era para él “una cárcel para el lenguaje plástico”, y abrió el camino para el arte que vendría después.
Carmelo Arden Quin
(Uruguay, Rivera, 1913-Francia, Savigny-sur-Orge, 2010)
Forme Galbee, 1971
Técnica mixta, 62 x 36 cm.
Inv. 12177
Obra donada por la Asociación en 2016 a través del Programa de Adquisición de Obras, adquirida en la Galería Palatina en arteBA
Comentario sobre la obra por María Paula Zacharías
Carmelo Arden Quin promovió la libertad frente a los límites tradicionales del marco de encierro y la invención antes que la representación. Fue uno de los grandes pintores abstractos de la vanguardia geométrico-constructiva rioplatense, creador de obras de marco poligonal, estructuras móviles, coplanares, cuadros objeto y piezas cóncavo convexas, además de un defensor de la libertad en los materiales y en las técnicas. En su geometría no admite rigideces, sino que se abre al vuelo, al juego y a la lírica, porque es pintor pero también es poeta, un poeta concreto. El ingreso de estas dos obras de Arden Quin a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, Forme Galbee y Sin título, coincidió con el 70 aniversario de la aparición del Grupo Madí, que tiene a Arden Quin entre sus creadores.
Carmelo Heriberto Alves Oyarzun nació el 16 de marzo de 1913 en Rivera, Uruguay, en una calle fronteriza entre Uruguay y Brasil. Cursó la escuela primaria y la secundaria en la vereda brasileña. En 1935, ya instalado en Montevideo, conoció a Joaquín Torres García y, por un año, se enroló en sus filas deslumbrado. Abrazó por siempre la abstracción. En 1936 realizó sus primeras pinturas no ortogonales. En 1937, instalado en Buenos Aires, trabajó en el frigorífico La Negra, fue militante gremial y político, siempre activo en la lucha antifascista, y tomó cursos universitarios de filosofía y letras. Compartía el taller con el artista chileno Miguel Martínez, y por su intermedio conoció a Gyula Kosice y luego a Tomás Maldonado, Edgar Bayley, Rhod Rothfuss y Lidy Prati. Integró con ellos el grupo editor de la revista Arturo, y en su único número, aparecido en 1944, se publicó su histórico manifiesto: “Ni expresión (primitivismo); ni representación (realismo); ni simbolismo (decadencia). INVENCIÓN. De cualquier cosa; de cualquier acción; forma; mito; por mero juego; por mero sentido de creación: eternidad”.
En 1946, divergencias estéticas provocaron que el grupo se dividiera y así nace el Grupo Madí, con Gyula Kosice, Martín Blaszko, Arden Quin y otros. Hicieron cuatro exposiciones históricas. Arden Quin desdeñó el ángulo recto: su concepto de la poligonalidad es revolucionario.
En 1948 viajó a París, donde realizó numerosas exposiciones, publicó libros de poesía y editó revistas. Fundó entonces el movimiento internacional Madí.
Alto, corpulento, con el pelo ya blanco y la sonrisa cálida, lo encontró la muerte en 2010 en su residencia de Savigny-sur-Orge. Ya había logrado su cometido: con su labor, liberó al arte del marco que era para él “una cárcel para el lenguaje plástico”, y abrió el camino para el arte que vendría después.
Carmelo Arden Quin
(Uruguay, Rivera, 1913-Francia, Savigny-sur-Orge, 2010)
Sin título, 1980
Óleo sobre madera laqueada, 60 x 29 cm.
Inv. 12178
Obra donada por la Asociación en 2016 a través del Programa de Adquisición de Obras, adquirida en la Galería Palatina en arteBA
Carmelo Heriberto Alves Oyarzun nació el 16 de marzo de 1913 en Rivera, Uruguay, en una calle fronteriza entre Uruguay y Brasil. Cursó la escuela primaria y la secundaria en la vereda brasileña. En 1935, ya instalado en Montevideo, conoció a Joaquín Torres García y, por un año, se enroló en sus filas deslumbrado. Abrazó por siempre la abstracción. En 1936 realizó sus primeras pinturas no ortogonales. En 1937, instalado en Buenos Aires, trabajó en el frigorífico La Negra, fue militante gremial y político, siempre activo en la lucha antifascista, y tomó cursos universitarios de filosofía y letras. Compartía el taller con el artista chileno Miguel Martínez, y por su intermedio conoció a Gyula Kosice y luego a Tomás Maldonado, Edgar Bayley, Rhod Rothfuss y Lidy Prati. Integró con ellos el grupo editor de la revista Arturo, y en su único número, aparecido en 1944, se publicó su histórico manifiesto: “Ni expresión (primitivismo); ni representación (realismo); ni simbolismo (decadencia). INVENCIÓN. De cualquier cosa; de cualquier acción; forma; mito; por mero juego; por mero sentido de creación: eternidad”.
En 1946, divergencias estéticas provocaron que el grupo se dividiera y así nace el Grupo Madí, con Gyula Kosice, Martín Blaszko, Arden Quin y otros. Hicieron cuatro exposiciones históricas. Arden Quin desdeñó el ángulo recto: su concepto de la poligonalidad es revolucionario.
En 1948 viajó a París, donde realizó numerosas exposiciones, publicó libros de poesía y editó revistas. Fundó entonces el movimiento internacional Madí.
Alto, corpulento, con el pelo ya blanco y la sonrisa cálida, lo encontró la muerte en 2010 en su residencia de Savigny-sur-Orge. Ya había logrado su cometido: con su labor, liberó al arte del marco que era para él “una cárcel para el lenguaje plástico”, y abrió el camino para el arte que vendría después.
Carmelo Arden Quin
(Uruguay, Rivera, 1913-Francia, Savigny-sur-Orge, 2010)
Forme Galbee, 1971
Técnica mixta, 62 x 36 cm.
Inv. 12177
Obra donada por la Asociación en 2016 a través del Programa de Adquisición de Obras, adquirida en la Galería Palatina en arteBA
Comentario sobre la obra por María Paula Zacharías
Carmelo Arden Quin promovió la libertad frente a los límites tradicionales del marco de encierro y la invención antes que la representación. Fue uno de los grandes pintores abstractos de la vanguardia geométrico-constructiva rioplatense, creador de obras de marco poligonal, estructuras móviles, coplanares, cuadros objeto y piezas cóncavo convexas, además de un defensor de la libertad en los materiales y en las técnicas. En su geometría no admite rigideces, sino que se abre al vuelo, al juego y a la lírica, porque es pintor pero también es poeta, un poeta concreto. El ingreso de estas dos obras de Arden Quin a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, Forme Galbee y Sin título, coincidió con el 70 aniversario de la aparición del Grupo Madí, que tiene a Arden Quin entre sus creadores.
Carmelo Heriberto Alves Oyarzun nació el 16 de marzo de 1913 en Rivera, Uruguay, en una calle fronteriza entre Uruguay y Brasil. Cursó la escuela primaria y la secundaria en la vereda brasileña. En 1935, ya instalado en Montevideo, conoció a Joaquín Torres García y, por un año, se enroló en sus filas deslumbrado. Abrazó por siempre la abstracción. En 1936 realizó sus primeras pinturas no ortogonales. En 1937, instalado en Buenos Aires, trabajó en el frigorífico La Negra, fue militante gremial y político, siempre activo en la lucha antifascista, y tomó cursos universitarios de filosofía y letras. Compartía el taller con el artista chileno Miguel Martínez, y por su intermedio conoció a Gyula Kosice y luego a Tomás Maldonado, Edgar Bayley, Rhod Rothfuss y Lidy Prati. Integró con ellos el grupo editor de la revista Arturo, y en su único número, aparecido en 1944, se publicó su histórico manifiesto: “Ni expresión (primitivismo); ni representación (realismo); ni simbolismo (decadencia). INVENCIÓN. De cualquier cosa; de cualquier acción; forma; mito; por mero juego; por mero sentido de creación: eternidad”.
En 1946, divergencias estéticas provocaron que el grupo se dividiera y así nace el Grupo Madí, con Gyula Kosice, Martín Blaszko, Arden Quin y otros. Hicieron cuatro exposiciones históricas. Arden Quin desdeñó el ángulo recto: su concepto de la poligonalidad es revolucionario.
En 1948 viajó a París, donde realizó numerosas exposiciones, publicó libros de poesía y editó revistas. Fundó entonces el movimiento internacional Madí.
Alto, corpulento, con el pelo ya blanco y la sonrisa cálida, lo encontró la muerte en 2010 en su residencia de Savigny-sur-Orge. Ya había logrado su cometido: con su labor, liberó al arte del marco que era para él “una cárcel para el lenguaje plástico”, y abrió el camino para el arte que vendría después.