Eduardo Sívori
Artista moderno entre París y Buenos Aires

Pabellón de exposiciones temporarias
Del 29 de Septiembre de 2023 al 4 de Febrero de 2024

La exposición retrospectiva curada por Laura Malosetti Costa y Carolina Vanegas Carrasco reúne 180 obras de variadas técnicas, entre ellas pintura al óleo, acuarela, pastel y gouache. Además hay una sección dedicada a la producción gráfica del artista.

El objetivo de la muestra es realizar una catalogación sobre la vasta producción de SÍvori, artista clave para la construcción de un arte nacional, no sólo por su enseñanza sino porque también contribuyó a la creación, organización y sostenimiento de instituciones artísticas como la Sociedad Estímulo de Bellas Artes (SEBA), el Museo Nacional de Bellas Artes, las exposiciones del Ateneo, y los Salones Nacionales a partir de 1911.

AUDIOGUÍA

Bienvenidos a la muestra Eduardo Sívori. Artista moderno entre París y Buenos Aires.

Dirigite hacia el pabellón de exposiciones temporarias.

1.

Ingresá a la sala y conocé un poco más del artista.

Eduardo Sívori nace en Buenos Aires en 1847. Hijo de padres genoveses y una familia de gran poder adquisitivo, el joven Eduardo emprende un camino hacia Europa por negocios familiares y en su viaje recorre distintos museos del viejo continente. A su regreso, con sólo 26 años empieza un camino de formación artística.

Tres años más tarde, junto a su hermano Alejandro y otros artistas como Eduardo Schiaffino, impulsa la creación de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes (SEBA). Hecho importante ya que ésta fue la primera institución artística del país fundada con el objetivo de desarrollar una escuela nacional.

En 1883 colabora y observa el proceso de industrialización gráfica de nuestro país con “La ilustración Argentina”, publicación literaria, histórica y artística surgida por intelectuales y artistas con vocación periodística de la época. Ese mismo año regresa a París y continúa su formación artística, a la vez que uno de sus dibujos es premiado por un prestigioso diario local.

2.

Iniciá el recorrido en el costado derecho de la sala, posicionate frente a la sección de arte gráfico y dale play al siguiente audio.

Nos detenemos en este sector, realizando un salto en el tiempo. Si bien la muestra exhibe obras que van desde el 1847 al 1918, iniciamos el recorrido con archivos de 1916 para destacar el rol de Eduardo Sívori como precursor del grabado y figura importante para el desarrollo de la producción gráfica de nuestro país.

Las técnicas de xilografías, aguafuertes y litografías por parte de muchos artistas activos en la Argentina durante finales del siglo XIX y principios del XX, y su progresiva circulación en espacios de exhibición y publicaciones periódicas, fue otorgando al grabado una valoración dentro del campo artístico y cultural local.

El grabado es una estampa concebida por una matriz previa elaborada por un artista o grabador, con el fin de crear y difundir una imagen original múltiple. Con una técnica de estas características, Mario Canale, pintor, escultor, grabador y además alumno de Eduardo Sívori en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, funda en 1916 la revista El Grabado. De este proyecto surgieron 3 publicaciones con un programa definido: en palabras del propio Canale, “el objetivo era contribuir a la reacción del gusto artístico en el país, desde la clase social más elevada, hasta el hogar más humilde, tomando como elemento el grabado en todas sus manifestaciones de arte; creando una identidad nacional para aquella naciente democracia argentina.”

Cuando Mario Canale le otorgó a Eduardo Sívori la presidencia de la Sociedad de grabadores, lo hizo no sólo con el fin de sostener la relación de maestro-discípulo que tenían, sino también para reconocer su pionera iniciativa en el campo del aguafuerte hacia el 1880 en el país.

Este segmento recuerda y dedica un lugar a esta faceta del artista, leyenda viviente y figura inmortalizada a través del perfil realizado sobre placa de cobre por Mario Canale.

3.

Observá el material exhibido, dirigite hacia la sección de autorretratos, posicionate frente a la obra Autorretrato, ca. 1914 y dale play al siguiente audio.

Observá esta obra. ¿Qué ves? ¿Qué sentís? ¿Qué te genera?
Sívori elige retratarse a la manera de una moneda grabada o un perfil romano, pero lejos de encontrarnos con una pintura hierática y de contornos definidos, el artista presenta un trabajo donde su pincelada expresiva, gruesa y segmentada genera diferentes entradas cromáticas que componen la imagen deseada. La luz unidireccional que ingresa desde el sector izquierdo superior de la pintura genera un efecto atmosférico cálido y casi fotográfico. Si comparamos esta pintura con el grabado de Mario Canale o la fotografía del estudio Witcomb expuesta en la sección de grabados, podemos pensar que el autorretrato de Sívori, además de mostrar su figura en un sentido más psicológico o intimista, repite los modos de representación que buscan inmortalizar figuras como sujetos históricos, como lo es el caso de las monedas y la fotografía.

Tal como indica el texto que acompaña este segmento, “Eduardo era consciente de su legado para el campo del arte argentino…” El autorretrato de Sívori manifiesta una intención de permanencia y desde el momento en que la cualidad pictórica del fondo se funde con su rostro, también es metáfora de su identidad artística.

Por otra parte es interesante poder observar esta sección en la medida en que este tipo de práctica pictórica implica un posicionamiento de la mirada, una determinada manera de proyectarse interiormente al mundo y a su vez, es objeto de variadas reflexiones estéticas.

4.

Ahora retomaremos el recorrido propuesto por las curadoras. Dirigite hacia el inicio de la muestra, ingresa por el costado izquierdo de la sala y dale play al siguiente audio.

El siglo XIX estuvo marcado por las nuevas incorporaciones tecnológicas de la modernidad. En el caso de la pintura el retrato fotográfico sirvió de modelo a pintores naturalistas.

En este sector de la sala observamos dos retratos al óleo. El primero y más grande es el retrato del abuelo de los hermanos Sívori, el coronel Francisco Crespo; el segundo retrato se corresponde con la figura de Bartolomé Mitre. Ambos se relacionan porque fueron representados a partir de una fotografía.

En este sector observamos pinturas y acuarelas tempranas, pertenecientes a su juventud y previas a su viaje por Europa. Junto a sus obras se exhiben objetos que la familia conservó, como la miniatura de Cirila Crespo de Sívori realizada por Jean Philippe Goulu, exponente miniaturista francés con residencia en el Río de la Plata por aquel entonces; una libreta de dibujos sobre la batalla de Barracas; una fotografía de Eduardo Schiaffino; entre otros.

A lo largo de su vida, Eduardo Sívori recibió numerosos encargos para realizar retratos de figuras políticas y retratos privados de familias y comerciantes, al igual que otros pintores argentinos que tuvieron con este género la posibilidad de sostener económicamente sus estudios y vidas, por eso es quizá ésta la más extensa y prolífica producción que encontraremos del artista.

5.

Indagaremos sobre el retrato y sus modos de representación. Dirigite a la sección Retratos: redes y afectos y dale play al siguiente audio.

En pintura, de acuerdo con la tradición artística, la mujer es representada por la mirada masculina del pintor. Esta mirada patriarcal sobre los cuerpos femeninos tiene una carga moral, racial y de clase y en su representación se imprimen jerarquías sociales donde lo femenino adquiere un valor distinguido y marcado por el poder adquisitivo.

En la obra Fantasía (la mujer y el espejo) podemos observar como Sívori indaga el terreno del deseo con el desnudo de una joven mujer blanca. Aquí el artista resuelve con suma delicadeza el tema, primero gracias a su técnica y luego porque elige representar la figura femenina al interior del hogar, quizá en su cuarto o tocador, hecho que acentúa la intimidad de la escena.

Es interesante observar estas representaciones en su contexto político: durante la segunda mitad del siglo XIX se construyen los cimientos del Estado, y en ese sentido estas obras fueron funcionales para instalar modelos de comportamiento acordes a determinadas estructuras sociales. Sirvieron además para instalar nociones sobre el gusto en relación a determinados públicos y coleccionistas dentro del campo de crítica de arte.

De igual manera, estos modos de comportamiento y definición sobre lo femenino, encorsetados y limitantes, se reproducen en el género de la novela, la cual cumple con la función de ordenadora del mundo social al delimitar valores, prácticas y roles y dar identidad a sus miembros.

En este sector de la sala también encontraremos archivos exhibidos. Si damos la vuelta podremos observar una vitrina con un afiche del estudio de dibujo y pintura para señoritas dirigido por Eduardo Sívori, donde se destaca la enseñanza del género naturaleza muerta con las técnicas mencionadas como una de las prácticas de formación ciudadana para las jóvenes elegantes e ilustradas de la época. Sin embargo, la única presencia femenina que admitían los grandes salones de exposiciones era a través de su figura retratada y no a través de su ejercicio activo con el cuadro de caballete.

6.

Ahora dirigite a la obra El despertar de la criada y dale play al siguiente audio.

En París, Sívori se presentó por primera vez en el gran Salón de 1887 con una obra que, en palabras de Schiaffino representó para muchos la pedrada de un adolescente en los vidrios de la academia.

Presentó un desnudo, género infrecuente para la pintura naturalista, pero lo más sorprendente y criticado de ésta obra fue la modelo elegida. Fruto de sesiones de pose, la criada, de senos caídos, cabello despeinado y pies callosos fue un gesto de mal gusto para la crítica del Salón y escandaloso para la crítica en Buenos Aires.
No faltaron mujeres desnudas en el Salón de 1887; Rafael Collin, Charles Chaplin, entre otros fueron los más aplaudidos al presentar obras de este género. La norma de representación para estas escenas estaba cargada de un erotismo, cargado y edulcorado. Primaban carnes blancas, pies acicalados, pieles sonrosadas y lisas a la manera de un mármol griego, figuras idealizadas, perfectas en su medida de belleza y siempre en relación con atributos y objetos de las clases altas. Parece ser entonces que Sívori contrariaba esta norma representando a una mujer pobre, una criada, una trabajadora sin ropa, la norma de representación para ella debía ser la vestimenta y los atributos del trabajo.

Otro elemento que resulta interesante es la acción que realiza la criada, que, además de despertar, se está poniendo sus medias. Este gesto de cuidado con los pies, se corresponde con una pose tomada de la historia del arte que alcanza gran utilidad durante el siglo XVII con escenas de ninfas saliendo de un baño, escena que luego en el siglo XVIII se adecuó con las escenas de tocador.

En las primeras décadas del siglo XIX este tipo de escenas también se difundió como iconografía erótica a través de litografías que alcanzaron gran popularidad debido a su bajo costo de producción. Resulta interesante entonces, observar el diálogo de esta obra con la academia, sus concursantes y el gesto tensionado y ampliamente moderno del pintor.

En palabras de la curadora Laura Malosetti Costa, Sívori parecía dirigirse a las fuentes del movimiento moderno, pero se ubicaba en un lugar problemático, en una zona conflictiva entre el interés por ver su obra consagrada en el Salón y un deseo evidente de apartarse de los estereotipos académicos.

7.

Ahora dirigite a la obra Alondra de suburbio en la sección de París y dale play al siguiente audio.

En 1890 Sívori presentó dos obras en el Salón de París, una de ellas fue Alondra de suburbio. Esta obra fue posteriormente fragmentada por el artista, conservando una de sus partes en el Museo de Bellas Artes de La Plata y un dibujo preparatorio en el Museo Nacional de Bellas Artes. La curadora rescata un archivo de críticas de La Nación con descripciones de algunas obras que el artista guardaba en su taller, entre ellas la mencionada en cuestión. Es interesante leer la descripción que hace de la escena, porque como espectadores nos permite reconstruir su totalidad: “Un ser al que la vida y los excesos han hecho perder la manifestación exterior de su feminidad, canta en las altas horas de la noche, en una fonda, en medio de las mesas en que, en frente de las copas vacías, vense, en la media sombra, unos hombres de aspecto extraño, durmiendo los unos el sueño del vino, contemplando los otros esa lúgubre sombra de mujer que canta, con miradas en que brilla un vago deseo malsano.”

8.

Ahora dirigite a la obra Una linda rabona y dale play al siguiente audio.

Finalizamos el recorrido con la sección de Paisajes de la sala.

Criticando los límites a los que el mercado sometía a los pintores, Sívori se sostenía económicamente pintando retratos pero anhelaba desarrollar su carrera como paisajista.

Contrario a los pintores de la época que encontraban un cierto desencanto hacia la llanura, Eduardo Sívori imaginó para sí un terreno desafiante y sublime por descubrir. Su obra tardía se centró en observaciones de la pampa y el resultado fueron imágenes de aspecto melancólico, en muchos casos sin rastros humanos, casi como si se tratara de una tierra prometida u olvidada por la modernidad.

Es interesante poder reparar en dos escenas de baño, que poco tienen que ver con el resto de los paisajes en la sala. Se trata de Una linda rabona y Ninfas bañándose. Ambas escenas, idílicas, y con un tratamiento pictórico, similar a la técnica de acuarela, que genera variaciones cromáticas y transparencias resultan extrañas y difíciles de poner en relación con el resto de la propuesta curatorial, o incluso con la producción seleccionada del artista.
Estas obras demuestran la gran riqueza y recursos con los que pintaban los modernos pintores locales. Lejos de mostrarse atrasados respecto a los avances del post impresionismo, artistas como Sívori, embebidos de la cultura europea parisina, “donde el arte sucedía”, estaban al tanto de las nuevas búsquedas en pintura y trazaban, retomaban o seleccionaban aquello que resultaba afín a sus búsquedas, o bien, lo desestimaban.

Además de ejercer una actitud contemplativa con estas obras, es valioso dar cuenta que cuando los libros de Historia del Arte hablan de la noción de estilo, es necesario poner en cuestión aquellos términos y en la medida en que se demuestre lo contrario, darlos por falsos. Las intenciones curatoriales en la selección de estas obras dan por tierra esta noción.

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