Bienvenidos a este recorrido virtual, a través del cual te invitamos a conocer y explorar un espacio donde el arte y el bienestar son la puerta de entrada a un colorido universo que busca mejorar nuestra calidad de vida.
En el día de la Fibrosis Quística (FQ), una enfermedad hereditaria que afecta principalmente a los pulmones y que crea una paleta de experiencias inesperadas en la vida de quienes la enfrentan, les proponemos explorar cuatro pinturas. Este recorrido nos invita a reflexionar y a construir puentes imaginarios con canciones, lecturas y un sinfín de conexiones posibles que se desprenden de una obra de arte y que, al igual que nuestra propia vida, nos sorprende día a día.
En la historia del arte, el aire siempre ocupó un papel fundamental dentro de la representación artística al influir en la forma en que se perciben la luz, el color y la atmósfera en una escena. Así como un artista mezcla matices oscuros con tonos brillantes y nos recuerda que el aire es un regalo que merece ser apreciado en todas sus formas, los pacientes con FQ imaginan un mañana colmado de suspiros y colores esperanzadores, gracias a la dedicación y al avance de la ciencia.
Gador y Amigos del Bellas Artes se unen para conmemorar el Día Mundial de la FQ, impulsados por la búsqueda de una vida plena y el compromiso de construir un futuro de bienestar para cada paciente.
Los amantes, 1959
Acuarela sobre papel, 64 x 49 cm
Museo Nacional de Bellas Artes
En una atmósfera de ensueño, rodeados por una cálida brisa de verano, dos amantes se funden en un abrazo. La joven se deja caer en los brazos de su amante mientras un árbol frondoso y florido se mece por las delicadas y suaves caricias del viento. De fondo, como testigo casual de un romance impensado, se alza la Torre Eiffel iluminada bajo la luz de la luna.
Siendo uno de los artistas más multifacéticos del siglo XX, Marc Chagall nos introduce a una escena en la que el color es el protagonista. Su uso tan personal y lírico, sumado al estilo y las formas libres cargadas de un ritmo fluido hizo de su obra una postal del arte del siglo XX.
Una intensa y vibrante paleta de tonos azules brillantes, amarillos lustrosos y pálidos púrpuras dominan entre salpicaduras y manchas en esta obra que fluctúa entre realidad y fantasía.
Una imagen única en la que el cielo solo pareciera pertenecer a aquellos enamorados de Chagall.
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Chagall realizó esta obra durante la etapa en que decide mudarse a la Costa Azul de Francia, en los años 50, donde se había conformado un centro de artistas entre los que se encontraban Henri Matisse y Pablo Picasso, con quienes mantuvo el contacto.
Pocos géneros nos pueden hacer suspirar como el Bolero. Romántico, nostálgico, apasionado y vibrante, este ritmo caribeño atravesó los tiempos al ritmo de imágenes que nos roban el aliento y nos acercan a nuestras emociones como pocos pueden hacerlo.
Esta canción escrita en la década del 50´ nos sumerge en un momento único: la sincronicidad en la respiración de dos amantes que, recostados uno sobre el pecho del otro, se juran amor eterno.
Elena Burke, Amor de Mis Amores (2000)
Poniendo la mano sobre el corazón
Quisiera decirte al compás de un son
Que tú eres mi vida
Que no quiero a nadie
Que respiro el aire, que respiro el aire
Que respiras tú
Amor de mis amores
Sangre de mi alma
Regálame las flores
De la esperanza
Permite que ponga
Toda dulce verdad que tienen mis dolores
Para decirte que tú eres el amor de mis amores
Permite que ponga
Toda dulce verdad que tienen mis dolores
Para decirte que tú eres el amor de mis amores
Alfonsina Storni, Un día… (1926)
Andas por esos mundos como yo; no me digas
que no existes, existes, nos hemos de encontrar;
no nos conoceremos, disfrazados y torpes
por los caminos echaremos a andar.
No nos conoceremos, distantes uno de otro
sentirás mis suspiros y te oiré suspirar.
¿Dónde estará la boca, la boca que suspira?
Diremos, el camino volviendo a desandar.
Quizá nos encontremos frente a frente algún día,
quizá nuestros disfraces nos logremos quitar.
Y ahora me pregunto… cuando ocurra, si ocurre,
¿sabré yo de suspiros, sabrás tú suspirar?
Elevadores a pleno sol, 1945
Óleo sobre tela, 200 x 164 cm
Museo Nacional de Bellas Artes, Argentina
Tomar un respiro profundo, cargar los pulmones con todo el aire posible y en tan sólo segundos iniciar la marcha. Aquel incesante trabajo de los cargueros, en un paisaje brumoso, humeante y típico del barrio de La Boca, punto de encuentro de múltiples culturas y tradiciones, fascinaba a Benito Quinquela Martín.
Quinquela vivió toda su vida en aquel barrio ubicado en la desembocadura del Riachuelo, siendo su fuente de inspiración y eterna musa. El colorido ritmo de su arquitectura contrasta con la actividad, el vigor y la rudeza de la vida diaria portuaria que el propio artista vivió en primera persona al trabajar desde muy pequeño cargando bolsas de carbón para poder pintar en su tiempo libre.
Utilizando una paleta rica en colores y aplicando gruesas capas de materia, el artista nos presenta una composición de múltiples direcciones y volúmenes y nos invita a adentrarnos en un día luminoso en el que se respira el aire de río y en el que podemos sentir aquel sueño de progreso de una era.
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Quinquela dedicó su vida a mejorar la vida dentro del barrio de La Boca, el cual adoraba. Fue el principal impulsor y creador de la actual Escuela Pedro de Mendoza, el Jardín de Infantes Nro. 6 (hoy Jardín Maternal Quinquela Martín), la Escuela de Artes Gráficas, el Jardín de Infantes Nro. 61, el Instituto Odontológico Infantil que todavía funciona como hospital municipal de odontología, el Teatro de la Ribera y la calle museo Caminito: uno de los lugares más turísticos del país y que Quinquela pintó y arregló desde cero.
Todos los proyectos donados y llevados a cabo por el artista reciben su nombre tras su fallecimiento, ya que estaba en contra de darles su nombre
Astor Piazzolla, Aire de Buenos Aires (1974)
Pese a ser grabado en tierras italianas, pocas piezas respiran un perfume porteño como este “Aire de Buenos Aires” de Astor Piazzolla.
Con un clima brumoso y espeso que comienza con el resoplar del bandoneón, nos volvemos parte de una atareada conversación entre notas y silencios que resuenan al compás de un pulso marcado y constante.
Como el viento que empuja el humo de unas chimeneas, como el tronar de las maderas que golpean con las bolsas depositadas en la proa de un barco listo para zarpar, el aire de Buenos Aires aparece para recordarnos como (muchas veces) lo habitual, si lo vemos con otros colores, posee una magia inusitada.
Charles Baudelaire, Del color (1846)
“El aire desempeña un papel tan importante en la teoría del color, que si, un paisajista pintara las hojas de los árboles tal como las ve, obtendría un tono falso; dado que hay un espacio de aire mucho menor entre el espectador y el cuadro, que entre el espectador y la naturaleza.
Los engaños son continuamente necesarios, aún para llegar a un efecto ilusorio.
La armonía es la base de la teoría del color.
La melodía es la unidad en el color, o el color general.
La melodía requiere una conclusión; es un conjunto en que todos los efectos concurren a un efecto general.
Por eso la melodía deja en el espíritu un profundo recuerdo”.
Moulin de la Galette, 1886
Óleo sobre papel entelado 64 x 50 cm
Museo Nacional de Bellas Artes, Argentina
Bajo un cielo plateado, una pareja camina por el emblemático barrio de Montmartre, por aquel entonces, a las afueras de la ciudad de París. Un tímido viento mece las aspas de un antiguo molino que se volverá el punto de encuentro más popular para todos los enamorados de la capital francesa.
El Moulin de la Galette era un lugar de baile muy frecuentado por la sociedad parisina y por los jóvenes artistas de finales del siglo XIX, quienes encontraban en él, una fuente de inspiración para plasmar a la vida moderna y sus nuevas técnicas artísticas.
Inspirado por las imágenes de la belle époque, Van Gogh se deja llevar por sus sentidos mediante la observación de la naturaleza en esta obra de colores ligeros y pinceladas rápidas para describir la luz, el movimiento y, sobre todo, el aire que renueva la vorágine de la vida moderna.
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Soda Stereo, Zona de promesas (1993).
Cuando lo imposible se vuelve posible, cuando con el último suspiro damos en el clavo y alcanzamos lo inalcanzable. Es en ese momento (mientras recobramos el aliento) que nos damos cuenta lo que logramos.
Esa batalla épica contra nosotros mismos es lo que describe Gustavo Cerati en la letra de “Zona de promesas” una odisea personal, acompañada por los raros sonidos nuevos de la década del 90.
Como un molino que da vueltas sin parar, cuando comienza a bajar sus aspas y creemos que la canción termina y el sonido empieza a desvanecerse, una ola de emoción nos empapa, un viento nos empuja mostrándonos que al final, hay recompensa.
Miguel de Cervantes Saavedra , Don Quijote de la Mancha (1605)
En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran, antes iba diciendo en voces altas:
—Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Naturaleza en silencio, 1926
Óleo sobre tela, 73 x 91 cm
Museo Nacional de Bellas Artes
En la calma de una tarde veraniega, en la que parecemos sólo escuchar el ruido del viento meciendo las hojas de un árbol, un colorido juego de flores y frutas reposan sobre una mesa de mantel blanco.
Mientras, los rayos del sol intentan tímidamente ingresar en aquel momento íntimo que Ernesto de la Cárcova captura en este óleo de 1926.
La riqueza cromática de las flores y las frutas, el contraste entre las tazas y la tetera, se vuelven la excusa perfecta para experimentar la técnica de la pintura al aire libre y registrar los efectos de la luz, la temperatura y el movimiento que solo una cálida brisa de verano puede generar.
Como el aire que nos rodea, como el amanecer y el anochecer, así como tantas cosas que damos por sentado y muchas veces nos sorprenden, esta imagen íntima y cotidiana se vuelve única e irrepetible gracias a la mirada atenta del artista.
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La educación fue uno de los ejes fundamentales de Ernesto de la Cárcova, siendo docente en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes y Primer Director de la Academia Nacional de Bellas Artes, director-fundador de la Escuela Superior de Bellas Artes e inspector nacional de la enseñanza del dibujo y profesor universitario de dibujo para ingenieros y arquitectos.
Luis Alberto Spinetta, Organismo en el aire (1988)
En la quietud del silencio, Luis Alberto Spinetta nos invita a una escena íntima en donde el aire que lo rodea se transforma en suspiro y las imágenes de una vida en la ciudad son reemplazadas por la calma contemplativa de escuchar (entre el silencio) el sonido del viento.
En plena década del 80, rodeado de cambios políticos, económicos y culturales, el pionero del rock argentino edita una de las canciones más orgánicas de su obra, en donde el amor se vuelve una fuerza de la naturaleza y vuela de un soplido la temida soledad
Henry David Thoreau, Walden (1854)
Pero las naturalezas activas y saludables recuerdan que el sol ascendió con claridad. Nunca es demasiado tarde para renunciar a nuestros prejuicios. No se puede creer firmemente, sin pruebas, en alguna forma de pensar o de hacer, por antigua que sea. Lo que hoy todo el mundo repite y acepta como verdadero, puede convertirse en mentira mañana, una mera opinión de humo que algunos creyeron fuera nube que daría agua fertilizadora para los campos. Tratad de hacer aquello que la gente antigua afirma ser imposible de realizar, y demostrar que sí podéis. Los hechos antiguos pertenecen a las generaciones antiguas, y los nuevos, a la nueva generación