Amigos del Bellas Artes junto a GDN Argentina presentan MÂS ARTE EN TODAS PARTES, un programa de difusión de las obras del Museo Nacional de Bellas Artes en sucursales de Híper ChangoMâs y ChangoMâs del país.
La iniciativa pretende generar nuevos espacios y formas de acceso al patrimonio cultural nacional a través de reproducciones de obras de arte de reconocidos artistas argentinos que pertenecen a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, y que serán exhibidas en las tiendas que la cadena de retail tiene en todo el país, logrando de esta manera un alcance federal.

Conocé más acerca de los artistas, las obras y los géneros de cada una.

1

Atilio Terragni
Buenos Aires, 1887–1962

Atardeciendo
1920 – Óleo sobre tela
145 x 273 cm

Colección del Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires – Argentina.

Atilio Terragni estudió en la escuela Salvatore Rosa y en la Academia Nacional de Bellas Artes, siendo sus guías Ernesto de la Cárcova y Eduardo Sívori.

Fue distinguido por la Comisión Nacional de Bellas Artes con el Premio Roma y una beca para estudiar 4 años en Europa, lo que le permitió completar su formación en el Instituto de Bellas Artes de Florencia y pasar una larga temporada en París, Países Bajos e Inglaterra.
Desde 1911 participó en el Salón Nacional y en el Salón de Rosario, además de exponer individualmente en la Biblioteca Sarmiento de Tucumán y en el Círculo de Bellas Artes.
El Gobierno le encargó trabajos para representar al país en la Muestra Internacional de San Francisco en 1915, donde obtuvo Medalla de Plata.
Fue director de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Tucumán, creada bajo su directa inspiración

En esta obra podemos apreciar una figura monumental, en primer plano, que descansa bajo la sombra en busca de refugio mientras observa el paisaje que lo rodea. Una línea diagonal atraviesa la pintura y guía la mirada desde la figura masculina hacia el horizonte.

A espaldas del personaje, múltiples y vibrantes colores nos deleitan gracias a la paleta de colores utilizada por el autor que ronda en los tonos cálidos, rojizos y terrosos. Estos tintes expresan y muestran la extensa e imponente quebrada, de árida belleza, del norte argentino, el cual Terragni recorrió con afán y en donde encontró su hogar en la ciudad de San Miguel de Tucumán, ocupando el cargo de Director de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional.

→ La variedad de colores utilizados.

→ Las luces y sombras que se presentan en la obra.

→ La posición de la figura con respecto al fondo.

Terragni realizó sus estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes, donde tuvo como profesores a Ernesto de la Cárcova y Eduardo Sívori, dos de los más importantes exponentes del arte argentino de fines del siglo XIX.

2

Américo Panozzi
Buenos Aires, 1887–Bariloche, 1971

Quietud del lago
1922 – Óleo sobre tela
70,5 x 80,5 cm

Colección del Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires – Argentina

Américo Panozzi estudió en la Academia Nacional de Bellas Artes donde se recibió de Profesor Nacional de Dibujo y Pintura.
En 1915, obtuvo el Premio Europa, que le permitió perfeccionarse en Europa. Participó del Salón Nacional entre 1911 y 1952.
Residió en Bariloche donde realizó obras que se caracterizan por captar el entorno local, lo que lo llevó a ser conocido como “el pintor de las nieves”.
Realizó exhibiciones individuales en las galerías Witcomb, van Riel, Amigos del Arte, Müller y Peuser.
Obtuvo importantes distinciones como el Premio Estímulo en el Salón Nacional, en 1912; el Premio Estímulo en el Salón Nacional, en 1920; el Tercer Premio en el Salón Nacional, en 1924; el Segundo Premio en el Salón Nacional, en 1925; el Primer Premio en el Salón Nacional, en 1926; y la Medalla de Oro en el Salón Anual de Bellas Artes de la Patagonia, en 1942.

En esta obra de Américo Panozzi la paleta de colores es la protagonista: el tono azul y sus posibles variantes dominan en la composición, mostrando la geografía y flora del sur argentino en el cual el artista residía.
Es interesante observar el juego de contrastes entre los pocos colores cálidos de la obra (por ejemplo, los tonos tierra en las montañas o los rosados en el cielo) y los fríos, que ocupan casi la totalidad de la obra con el agua y el cielo.
Los colores, en compañía de las luces y sombras generadas en la pintura, juegan con nuestra retina invitándonos a adentrarnos en aquel rincón en el que el tiempo parece no pasar y en el cual el artista encontró su hogar. Toda una postal característica del sur de la Argentina.

→ Las texturas y manchas generadas por el pincel que nos permite ver la mano del autor.

→ La destreza del artista al retratar el efecto óptico reflejando la montaña en el lago.

Panozzi se dedicaba, en gran parte de sus pinturas, a mostrar los paisajes de Bariloche, ciudad en la que vivió desde 1921 hasta su muerte. Esto lo llevó a ser reconocido con el apodo el pintor de las nieves.

3

Prilidiano Pueyrredón
Buenos Aires, 1823-1870

Un alto en el campo
1861 – Óleo sobre tela
75,5 x 166,5 cm

Colección del Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires – Argentina

Prilidiano Pueyrredón realiza sus estudios como ingeniero en la École Polytechnique de París, Francia y complementa su formación con estudios de pintura.
Al regresar a Buenos Aires a fines de 1849 se dedicó al oficio de pintor, realizando encargos para la alta sociedad porteña. A lo largo de 1854, llevó a cabo una importante tarea como arquitecto. Trabajó en las obras de restauración y ampliación de varios monumentos, entre ellos la capilla de la Recoleta, la Pirámide de la Plaza de Mayo y la Casa Rosada; como urbanista, diseñó la Plaza de la Victoria y el puente del barrio de Barracas.
Fue autor de los planos para la mansión que Miguel de Azcuénaga levantó en Olivos, más tarde obsequiada al Gobierno Federal como residencia para el Presidente de la Nación, hoy denominada Quinta de Olivos.

Esta obra de formato horizontal que nos remite a la llanura pampeana muestra un tipo de representación que evoca las costumbres y estilos preferidos por la sociedad porteña de aquella época. La búsqueda de una identidad propia y nacional se ve resuelta gracias a dos elementos centrales: el camino de tierra, la ruta por la que los viajeros atraviesan el campo; y el ombú, considerado símbolo patrio y cuya copa servía de sombra a los viajeros durante las horas de sol más intenso, lo que le dio el apodo de amigo del gaucho.
Los personajes y rituales que forman parte del folclore rural se reúnen en esta pintura: la familia, el galanteo amoroso, el idilio criollo y la gente mayor en la ranchería que sirve de posta. Algunos gauchos conversan y otros paisanos se acercan para descansar a la sombra del ombú, donde un niño juega y recrea, alzando un rebenque, una jineteada en sus raíces y una joven reposa mientras calienta la pava bajo el calor del fuego y ceba un mate acompañada por un perro.

→ Los personajes que se distribuyen en la obra creando una historia.

→ El uso del color que, en su uso más claro o más oscuro, busca generar una representación directa de la realidad.

→ La firma de Prilidiano Pueyrredón escondida en el tronco del ombú.

Un alto en el campo es la pieza central de una serie de pinturas de costumbres rurales en el arte argentino, muchas de ellas pertenecientes a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes.

4

Víctor Cúnsolo
Vittoria, Italia, 1898-Buenos Aires, 1937

La vuelta de Rocha
1929 – Óleo sobre cartón
69 x 79 cm

Colección del Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires – Argentina

Víctor Cúnsolo inició sus estudios de pintura en 1918 en la Academia de la Unione e Benevolenza y más tarde ingresó al taller “El Bermellón” donde pintó con artistas como Juan Del Prete, Víctor Pissarro, Salvador Calí y Guillermo Bottaro.
Su trayectoria estuvo vinculada al Ateneo Popular fundado en 1926 y al colectivo de artistas encabezado por el propio Cúnsolo, Quinquela Martín y Lacámera.
En 1924 presentó por primera vez sus obras en el salón de la Mutualidad de Bellas Artes y cuatro años después realizó su primera exposición individual en Amigos del Arte.
Gran parte de su obra se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes, en el Museo Sívori y en los museos provinciales de Buenos Aires, Mendoza y Córdoba.

En esta obra vemos, en un primer plano, una serie de barcos que descansan sobre un espejo de agua en el emblemático barrio de La Boca, en la Ciudad de Buenos Aires. Una postal que nos muestra una versión sutil de un barrio donde el color vibra lleno de ruido y ritmo, pero que en esta pintura es retratado con formas simples y geométricas bajo un cielo nublado y gris, creando así un clima enigmático que nos muestra la particular mirada de Víctor Cúnsolo y las calles por las que deambulaba.

→ Uso del color en objetos puntuales como los barcos o las copas de los árboles para capturar la atención del espectador.

→ La forma en que el artista retrata la emblemática Vuelta de Rocha en el barrio de La Boca.

→ El uso de formas geométricas para presentar los elementos que aparecen en la obra.

Víctor Cúnsolo es parte de una serie de artistas que realizaron su producción en el barrio de La Boca, conformando un grupo que se conoce como Artistas de La Boca junto a Fortunato Lacámera, Benito Quinquela Martín, Juan de Dios Filiberto y Santiago Stagnaro, entre otros. Estos artistas recorrían las riberas del Riachuelo y de la Isla Maciel tomando como motivo el paisaje natural y suburbano que los rodeaba, dando a sus obras un carácter propio.

5

Augusto Ballerini
Buenos Aires, 1857-1902

La cascada del Iguazú
1892 – Óleo sobre tela sobre madera
34,5 x 102 cm

Colección del Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires – Argentina

Augusto Ballerini realiza sus primeros estudios artísticos con Francesco Romero y continúa su aprendizaje en Italia, ingresando en el Instituto Real de Bellas Artes y estudiando con Cesare Maccari. 
A su regreso de Europa pintó motivos nacionales, al igual que sus condiscípulos, retratando a personajes importantes de la época, escenas históricas y costumbristas. Se dedicó también a la enseñanza particular y colaboró con el diario La Nación realizando dibujos y retratos a la pluma. 
Integró junto a De la Cárcova y della Valle el grupo fundador de La Colmena, institución que organizó exposiciones de pintura y humorísticas con artistas extranjeros en la Ciudad de Buenos Aires. 
Participó de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes de Buenos Aires como miembro honorario, colaboró en la fundación del Ateneo y fue nombrado miembro corresponsal de la Asociación Artística de Roma y jurado de la Comisión Nacional de Bellas Artes.

A través de los ojos de Augusto Ballerini vemos como una línea de horizonte, cubierta de vegetación, se eleva desplegando ante nosotros un paisaje maravilloso e imponente. Rítmica y energéticamente las texturas del pincel del artista muestran la fuerza del agua de las Cataratas al caer, dejando a su paso una inmensa bruma que nos atrae e invita a experimentar lo que Ballerini vivió en 1892 como parte de la Comisión Científica-Recolectora designada por el Gobierno Nacional y el Instituto Geográfico Argentino para realizar un viaje al norte argentino. Gracias a aquel viaje, numerosos bocetos y pinturas llegaron a nuestros días.

→ Las texturas y manchas generadas por el pincel.

→ La utilización de pocos colores.

→ Las luces y sombras generadas a partir del color.

Ballerini envió esta pintura a la Exposición Colombina de Chicago de 1893 recibiendo una medalla. El éxito obtenido por la misma, repercutió en el contexto local de tal forma que el artista comenzó a realizar diferentes versiones de la obra que hoy podemos encontrar en museos como el Museo Histórico Nacional o el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, en la Ciudad de Buenos Aires.
Para crear esta pintura y sus bocetos el artista trepó un árbol, en compañía de exploradores y con ayuda de cuerdas, para llegar a su copa y tener desde allí una mejor visión del paisaje.

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