Francia, 1958
Dirección: Chris Marker
Duración 61′
Se puede decir que esta película fundacional es un documental, en la medida en que se utilizan materiales heterogéneos que construyen un viaje a un lugar preciso, la Siberia soviética. Pero los elementos son muchos: desde una foto que se analiza desde tres puntos de vista diferentes, hasta un dibujo animado; desde la reflexión sobre qué implica el uso de la voz en off, hasta un ensayo sobre el universo del comunismo. Es interesante que las posiciones políticas y formales de Marker –un cineasta aparte en todo sentido, aunque perfectamente articulado con la Nouvelle Vague– pueden verse de un modo diferente hoy y permanecer coherentes, gracias a la forma lúdica y de puro fluir de conciencia que el realizador le impone a su material. Decir que se trata de una película original es poco: pertenece –como casi todo Marker– al raro conjunto de películas que no pueden repetirse.