Francia, 1961
Dirección: Agnès Varda
Duración: 90′
Una joven cantante tiene que esperar un par de horas el resultado de un examen médico. Una adivina le ha predicho que tendrá cáncer. El tiempo se transforma, entonces, en otra cosa. El recorrido por calles, el encuentro con un joven soldado a punto de partir a la guerra de Argelia, la vida y la muerte rondando esa espera son las componentes de una película en la que Agnès Varda –que había hecho un gran filme realista, “La punta corta”– retrata algo que solo el cine ha podido plasmar: el tiempo. La duración de la ficción (porque el cine es arte, porque el arte estiliza para comunicar) casi se superpone con la duración de la espera, lo que permite, otra vez, que la dimensión documental se deslice dentro de la película, una constante en todo el movimiento. Aquí –como en “Hiroshima, mon amour”, como en “Carta desde Siberia”– aparece también, desde lo cotidiano, la dimensión política.