Francia, 1964
Dirección: Jacques Demy
Duración: 91′
Otro de los polos de la Nouvelle Vague fue la artificialidad extrema, llevada a tal punto que también se convertía en una forma de reflexión. Es lo que sucede con “Los paraguas de Cherburgo”, donde Jacques Demy hace que todos los personajes, en todo momento, canten (incluso los diálogos más anodinos o menos líricos, como el estado de un motor recién arreglado); hace saturar la puesta en escena con colores brillantes y hace retorcer las líneas del melodrama hasta lo indecible. Y aunque todo simula un cuento de hadas triste (y en más de una escena se subraya tal analogía), debajo aparece la ironía de mostrar cómo es la manipulación cinematográfica. También surge, de modo constante, cómo la historia (en este caso, el gran trauma de la Francia de aquellos años, la Guerra de Argelia) se interpone con las fantasías, los deseos y los sueños cotidianos.