— BELLAS ARTES CINE —

— Walt Disney: 100 años del hombre que inventó nuestras fantasías —

Para muchos, Walt Disney es solo una marca o un nombre, el de un gran empresario vinculado a artículos infantiles. Sin embargo, se olvida lo principal: Walt Disney, el hombre nacido en Chicago en el siglo XX y fallecido en 1966, aún muy joven, fue uno de los mayores artistas contemporáneos. No solo creó una iconografía universal con sus personajes, sino que estuvo mucho menos dedicado al “negocio” que a las elecciones estéticas de cada una de sus obras. Apasionado por las innovaciones tecnológicas, jamás las utilizó gratuitamente sino al servicio de una narración: su auténtico fin fue crear obras de arte que pudieran comunicar la tradición de fantasía de siglos al universo materialista de un tiempo signado por la ciencia. No cabe la menor duda de que lo logró. Nadie que lea la versión de los hermanos Grimm de Blancanieves o Cenicienta dejará de “ver” en su imaginación los diseños de las películas clásicas. Nadie que escuche hoy El Aprendiz de Hechicero, de Paul Dukas, dejará de recordar a Mickey con el hábito rojo y el sombrero azul manchado de estrellas.

Sin el legado de Disney es imposible pensar en mucho del cine que siguió, y no sólo el animado. Desde Orson Welles (que tomó el plano secuencia de apertura de Blancanieves para diseñar el comienzo de, nada menos, El Ciudadano) hasta Steven Spielberg (que llegó a hacer sus propias versiones de Peter Pan con Hook y de Pinocho con inteligencia artificial), pasando por nombres impensados como Alfred Hitchcock (el diseñador de efectos de Los Pájaros fue, nada menos, el cómplice tecnológico de Disney, Ub Iwerks) o Martin Scorsese (el uso del color en Hugo, por ejemplo), todo aquel que se dedicó a plasmar la fantasía en el cine le debe algo a Walt Disney.

Aclaración importante: en las fichas de las películas se consigna a los directores de las películas, cuyo rol era supervisar el desarrollo de aquellas ideas que llegaban al filme. En realidad, y esto es clave, el cine de Walt Disney es “de autor” y personal: era Disney el que tomaba la decisión final de cada cosa que quedaba en la pantalla, era él quien marcaba el camino del diseño y la duración de cada secuencia. Es célebre la anécdota de que le hizo desechar a su amigo y colaborador Ward Kimball una secuencia humorística de Blancanieves… que le había llevado ocho meses porque, simplemente, retrasaba la acción. Disney es la mente detrás de las grandes mentes y los gigantescos artistas que “hicieron” las películas. Era realmente el artista.
Con la inestimable colaboración de Walt Disney Co., y en consonancia con el centenario de Walt Disney Pictures (fundada míticamente por Walt y su hermano Roy en 1923), Bellas Artes Cine presenta los clásicos más importantes de la firma, en copias restauradas y como deben verse: en una sala llena de espectadores preparados para el asombro.

Leonardo M. D’Espósito
Curador


Las entradas son gratuitas y se adquieren sólo de modo online,
a través de su reserva previa.

PROGRAMACIÓN

DíaHorarioFilm
Viernes 7 de julio17hBlancanieves [+]
Sábado 8 de julio17hPinocho [+]
Viernes 14 de julio17hDumbo [+]
Sábado 15 de julio17hFantasía [+]
Viernes 21 de julio17hLa Cenicienta [+]
Sábado 22 de julio17hLa Bella Durmiente [+]
Viernes 28 de julio17hPinocho [+]
Sábado 29 de julio17hBlancanieves [+]
Sábado 5 de agosto17hDumbo [+]
Viernes 11 de agosto17hLa Bella Durmiente [+]
Sábado 19 de agosto17hFantasía [+]
Viernes 25 de agosto17hLa Cenicienta [+]
Sábado 26 de agosto17hFantasía [+]

Aclaración

Las películas son versiones originales, restauradas y remasterizadas.

Auditorio Amigos del Bellas Artes
Av. Pte. Figueroa Alcorta 2270

  • La sala de proyección cuenta con un sistema de ventilación acorde al protocolo vigente.
  • Está prohibido el consumo de alimentos y bebidas dentro de la sala.
  • En caso de suspensión o reprogramación, quienes hayan reservado sus entradas serán avisados por correo electrónico.

RESEÑAS

Blancanieves y los Siete Enanos

EE.UU., 1937
Dirección: David Hand (Supervisor), William Cottrell, Wilfred Jackson, Larry Morey, Perce Pearce, Ben Sharpsteen.
Duración: 83´

En 1937, Walt Disney era uno de los nombres más conocidos del cine. No sólo gracias a Mickey Mouse, que había conquistado el mundo desde 1928, sino por sus constantes innovaciones técnicas en el dibujo animado y la enorme poesía de sus Silly Simphonies, que habían depurado la manera de tratar las formas, el color y la música en las películas más allá de la animación. Blancanieves… fue una apuesta gigantesca: un largometraje sonoro en Technicolor completamente animado. Es fácil ver por qué, incluso hoy, con las recaudaciones ajustadas por inflación, permanece entre las diez películas más taquilleras de la Historia: nadie había visto algo así. No sólo se perfeccionaron el uso de las dimensiones, la alternancia entre el diseño satírico (los Enanos) y el realista (Blancanieves, el Príncipe, la Reina), sino que incluyó por primera vez en la animación la profundidad de campo gracias al uso innovador de su invento, la cámara multiplano. Hay otra innovación: en lugar de utilizar una narración signada por el gag y la secuencia cómica, utilizó las herramientas de la tradición narrativa del largo de acción en vivo tal como la establecía Hollywood. Blancanieves… era un auténtico largometraje lleno de suspenso y humor, y con una secuencia -la huida de la protagonista por el bosque- que utiliza el paisaje como reflejo del terror del personaje, un uso absolutamente innovador del punto de vista.

Pinocho

EE.UU., 1940
Dirección: Ben Sharpsteen, Hamilton Luske (Supervisores)
Duración: 88′

Después del enorme éxito de Blancanieves, y mientras preparaba la producción de otros dos largos (Fantasía y Bambi), Disney estrenó Pinocho, adaptación de la novela infantil (sería mucho más adecuado decir “educativa”) del italiano Carlo Collodi. Aquí la animación es incluso más perfecta que en el caso anterior, con algunos planos-secuencia realizados con cámara multiplano que permanecen como joyas de la técnica cinematográfica. Pero hay mucho más en Pinocho que la asombrosa precisión técnica. En efecto: el filme, que se mantiene fiel a muchos de los episodios de la novela, cambia algo fundamental que, con el tiempo, es lo que le ha provisto permanencia: en lugar de un pícaro que aprende a los golpes que “hay que ser bueno”, el Pinocho de Disney es inocente y descubre el mundo desde ese lugar. Pero además innova narrativamente: en realidad, todo es el relato en retrospectiva de Pepe Grillo, que se “educa” a su vez al orientar al protagonista en las diferencias entre el Bien y el Mal. El diseño de los diferentes escenarios de la fábula, inspirados en la Italia del siglo XIX, son de un detalle pocas veces alcanzado en el cine. Ganadora de dos Oscar por su música y -especialmente- por la canción “When I Wish Upon a Star”, es quizás de las películas más influyentes de la Historia, homenajeada por Steven Spielberg dos veces, en Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (John Williams incluyó en la banda sonora una cita a “When…”) y, sobre todo, en Inteligencia Artificial, donde la mención es explícita.

Fantasía

EE.UU., 1940
Dirección: James Algar, Hamilton Luske, Ben Sharpsteen (Supervisores)
Duración: 125′

Fantasía es uno de los grandes monumentos cinematográficos del siglo XX y, también, de las películas más extrañas y fascinantes. “Extraña” porque su duración es inusitada para un dibujo animado (más de dos horas) y porque además incluía una innovación técnica: gracias al sistema Fantasound, creado por Disney específicamente para el filme, se trata de la primera producción con sonido estereofónico. Pero no solamente es una antología de piezas de música de partitura (de Bach a Stravinsky, pasando por Tchaikovsky, Dukas, Beethoven, Ponchielli, Mussorgski y Schubert), ni la exhibición de fuerza expresiva de la Filarmónica de Filadelfia al mando del maestro Leopold Stokowski, sino una perfecta demostración de todo lo que era posible -y de lo que parecía imposible- en el dibujo animado. Literalmente, Disney y sus animadores hacen de todo: desde la abstracción experimental con que abre el filme con la Toccata y Fuga en Re Menor de Bach, hasta el hiperrealismo basado en datos científicos con los que se narra el inicio de la vida en la Tierra hasta el final de los dinosauros al ritmo de la Consagración de la Primavera de Stravinski. No sólo es la perfecta conjunción de música y personaje en el Aprendiz de Hechicero de Dukas (quizás la mejor aparición de Mickey Mouse en el cine) o los horrores surreales de la Noche en el Monte Calvo de Mussorgski, o los brillos realizados con cámara multiplano de las hadas del Cascanueces de Tchaikovski. Es el todo, absolutamente libre y, al mismo tiempo, preciso en su impacto sensorial y emocional, el que transformó Fantasía en una película única.

Dumbo

EE.UU., 1941
Dirección: Ben Sharpsteen (Supervisor)
Duración: 64′

Después de Fantasía, y con el desarrollo de Bambi (película para la cual, para dotarla de realismo, había enviado a sus dibujantes a aprender a dibujar animales del natural, incluso estableciendo un pequeño zoológico en los estudios de Burbank) en pleno, Disney optó por una película “rápida” realizada con un estilo más cercano al cartoon tal cual lo ejercían los animadores de Warner Bros. y MGM. Y, además, después de un filme de largo inusitado, es la película más “corta” del estudio, apenas poco más de una hora (solía complementarse en las proyecciones con un mediometraje de Mickey Mouse). La película está basada en un libro de Helen Aberson, y tiene varias particularidades. En primer lugar, transcurre en una época contemporánea al espectador y en los Estados Unidos (algo que no volverá a suceder hasta 101 Dálmatas y, mucho después y ya en los años 80, con Oliver y Cía.); en segundo, el personaje protagónico jamás habla (Dumbo es totalmente mudo); y en tercero, incluye la que con toda justicia se puede llamar la secuencia más surreal de todo el Disney clásico: la ilustrada por la canción “Pink Elephants”, clásico inmediato. En esa secuencia (donde incluso se parodia el patinaje sobre hielo de las hadas de Fantasía), se rompe la “cuarta pared” cuando los elefantes rosas, producto de la embriaguez involuntaria de Dumbo, llenan el marco de la pantalla. Es cierto que Pepe Grillo le habla al espectador en el comienzo de Pinocho, pero nunca el procedimiento había sido tan disruptivo como aquí. El uso del color y el diseño anticipan veinte años la psicodelia. Dumbo, además, alude al propio Disney con el “contrato” que firma el personaje e incluso al esfuerzo bélico (el estreno de la película el 24 de diciembre de 1940 fue posterior a Pearl Harbor) para el que Disney realizaría cortos y un largo poco visto, Victory Through Air Power.

Cenicienta

EE.UU., 1950
Dirección: Clyde Geronimi, Wilfred Jackson, Hamilton Luske
Duración: 74′

Después de Bambi, Disney realizó una serie de películas donde aplicaba tanto la fórmula de Fantasía (secuencias donde se combinaban dibujos animados y música, como, Saludos, Amigos, Los Tres Caballeros, Melody Time y Make Mine Music), conjuntos de mediometrajes animados (Fun and Fancy Free) y hasta un documental sobre los estudios (el brillante El Dragón Chiflado, conducido por el escritor y humorista Robert Benchley). Luego de esos experimentos en una década signada por la Segunda Guerra Mundial y el esfuerzo bélico, volvió al largometraje con su segundo cuento de hadas, Cenicienta, que se convirtió rápidamente en uno de los mayores éxitos del estudio. La película, si bien continúa la tradición realista, es mucho más estilizada y dinámica, acorde a las innovaciones gráficas que se sucedieron en el campo de la animación durante ese período. Hay colores más puros, una dinámica narrativa doble (casi toda la película está, en realidad, “vista” desde el punto de vista de los ratones Gus y Jack y de la Madrastra) y el uso brillante de una partitura original que dio varios clásicos al acervo de la cultura popular. El filme mantiene un ritmo veloz de una modernidad absoluta, y además representa un cambio importante respecto de Blancanieves… en lo que es el retrato femenino del cuento de hadas. Si allí la joven protagonista está destinada a ser “madre y esposa”, aquí hay espacio para el sueño, la fantasía y la diversión. De allí el diseño humorístico del Hada Madrina (innovación respecto del cuento original tal cual lo relevaron los Hermanos Grimm, donde es el alma de la madre muerta de la protagonista la que obra los milagros).

La Bella Durmiente

EE.UU., 1959
Dirección: Wolfgang Reitherman, Eric Larson, Clyde Geronimi, Les Clark (Supervisores)
Duración: 78´

En los años 50, ocurrió una revolución en el diseño gráfico que repercutió en la animación. No era ya necesario convencer a los espectadores de que lo que veían en la pantalla “no era un dibujo”, sino jugar con las formas, los diseños y los colores. Eso hicieron los estudios clásicos en esa época (Warner, MGM y, sobre todo, UPA, formado por ex animadores de Disney) y se transmitió a todo el medio. Pero además Disney tuvo otra revolución interna: el trabajo de la diseñadora y dibujante Mary Blair, que desde Cenicienta en adelante marcaría, con sus dibujos inspiracionales (los que definían el estilo gráfico de cada película), la imagen del estudio durante décadas. Su trabajo se percibe con claridad en Alicia en el País de las Maravillas y, sobre todo, en la más elaborada de las joyas “modernas” de Disney, La Bella Durmiente. Inspirada además en la imaginería medieval y en los tapices e iluminaciones de manuscritos de la Alta Edad Media, la película abunda en ángulos, paisajes extensos -es una de las mejores películas rodadas en CinemaScope, formato de pantalla ancha para el que Disney había realizado el primer largo animado, La Dama y el Vagabundo- y, sobre todo, un uso dramático y ya no hiperrealista del color (la batalla entre las dos hadas por el color del vestido de Aurora al final es una broma al respecto). Pero hay otra innovación narrativa: los personajes principales son la villana -la extraordinaria Maléfica, quizás la mejor “bruja” de todo Disney- y el Príncipe Felipe, cuya aventura tiene algo de iniciático. La banda de sonido está construida como variación del ballet del mismo nombre de Peter Illich Tchaikovski, lo que hace de La Bella… un resumen absoluto de todos los hallazgos que Disney desarrolló a lo largo de su carrera.

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